Hace unos días una buena
parte del mundo recibió con agrado la noticia sobre las uniones de parejas del
mismo sexo en Estados Unidos. La mayoría lo celebramos, porque la verdad es que
uno tiene derecho a enamorarse de lo que sea. Debemos seguir luchando por que
se legalicen la uniones con cualquier cosa, humano con gato, humano con perro,
humano con carro, carro con perro y hasta mujer con imbécil.
La humanidad que siempre ha luchado por el derecho a amar; fue por
Helena que se desató la guerra en Troya, entendimos que Jesús dentro de sus
altísima santidad se enamoró de María Magdalena y no de una virgen, pura y
casta. Fue por Ana Bolena que Inglaterra
se separó de la iglesia católica. Pedro I de Brasil se desvaneció en extravagancia
por Inés de Castro y hasta la pobre Marguerite Gautier dejó su vida lujosa y
descarriada por solo profesarle amor a Armando Duval. Y así se le ha ido la
historia a la humanidad, luchando por demostrar que sus amores son legales,
contra viento, señalamiento, prejuicio y marea.
Pero esa misma humanidad que ha desatado batallas por legalizar
miles de cosas no se ha dado dos pelas importantes, legalizar de una vez por
todas las drogas que les aseguro hacen menos daño que el amor y legalizar el
derecho a no ser querido.
El derecho a no ser querido se debe legalizar con urgencia porque
es intrínseco a la dignidad humana. Nos
hace falta una buena dosis de entender que es licito y normal que no
provoquemos ningún tipo de locura visceral y que por el contrario es todo un
atentado contra la integridad arrastrarse por causas en vano, porque perseverar
solo es permitido en el campo laboral ya que significa verraquera, pero
perseverar en el amor no correspondido es sinónimo de lástima y hay que tener
cuidado porque en el mercado de lo usado el precio de un bien está determinado
por el equilibrio entre la oferta y la demanda, entre más personas quieran un
bien más sube el precio. Por favor, no se coticen a la baja.
Le exijo a las autoridades competentes que regulen con prontitud
el derecho a no ser querido y salvemos mas dignidades antes de que sea tarde.
Ya Catalina de Aragón se degradó hasta el final demostrándole a un jurado que
ella era la Reina de Inglaterra, Diana Spencer se redujo a su mínima expresión
confesando vía programa de televisión el fracaso que era su matrimonio,
Leopoldina de Austria, al igual que la señorita Gautier se dejaron morir al ver
que sus amores eran imposibles, Juan Carlos Lecompte anduvo años de la mano de
un dummy que era mas cariñoso de lo
que fue Ingrid Betancourt el día de su liberación y ni hablar de Madame Bovary
que fracaso, tras fracaso, decidió que la solución correcta era el arsénico.
Hace poco alguien me dijo que estaba desubicado, deprimido y que
no estaba en capacidad de entregarme el amor que yo esperaba. Me pidió tiempo,
me pidió espacio y me pidió comprensión. Hoy a mi querido debo pedirle que
entienda que no le creí ni una sola palabra. Que ese mismo argumento lo usé
hace 3 años cuando me vi encartada con un tipo que seguía insistiendo e
insistiendo. Como ven, la vida le
devuelve todo lo que uno hace, por eso es que es prohibido fingir
orgasmos. Por fortuna yo, que tan solo
tengo 26 años y que la mayoría de mi tiempo libre lo dedico al estudio de
antropología del amor, sabía que no era correspondida y como pude, cada vez que él se volteaba trataba de amarrarme los pedacitos de dignidad que se me iban cayendo mientras caminábamos; fingí sonreír y me prometí que era la última vez
que ese individuo se me cruzaba por la vida.
Por eso es tan importante legalizar el derecho a no ser querido y
que se acompañe junto con una comisión
de la verdad, porque siempre es más fácil vivir en la tristeza de la certeza
que en la angustia de las dudas. Tristes pero dignos. Por respeto, exijo se
luche este derecho, para que entendamos que a veces se gana y a veces se
pierde, que Murillo hizo gol contra Brasil pero un día botó un cobró contra Argentina, pero sobre todo, que David Luiz consoló a James cuando nos ganaron
pero que nadie consoló a David Luiz cuando los golearon.
Alguna veces nos quieren
otras veces no, porque todos tenemos derecho a amar o al menos enloquecer en el
intento. Porque la gente tiene derecho a no amar a otro, como yo, que lo entendí
y me esfuerzo por hacerlo mientras termino estas letras y me arreglo en
simultanea para ir a tomarme unos tragos con alguien que espero entienda que mi
frialdad no es más que prueba de que él también tiene todo el derecho a no
ser querido.