domingo, 17 de noviembre de 2013

El escalofriante otro estrato.


Soy una niña material, ¿Y qué? Así me siguen cayendo.
Siempre canté a grito herido, Amor Prohibido de Selena mientras me imaginaba que un mesero del club se enamoraría de mi o cuando fantaseaba con que un miembro de la casa Windsor me iba a pedir la mano y su maldita abuela aristocrática se opondría a nuestro puro amor. Pero no fue así, mi mamá no permitía que los meseros del club me tutearan y William se casó hace poco, desconociendo que el amor de su vida era yo. Por el contrario, me toco tragarme el satánico sapo en la vida real.
Ph. Maria Cometa
Mi novio tiene plata. Si no tuviera plata, no sería mi novio. Pero, ¿Quién dijo que la plata hace la clase? Peor aún, ¿Quién fue el "enamorado culo" que dijo que las clases sociales no importan? Aún más tenebroso, ¿Cómo fue que no me di cuenta que mi novio no era de mi mismo estrato? Eso de enamorarse de alguien por quien es y no por lo que tiene, aplica cuando "quien es" se refiere a la importancia del cargo y cuando lo "que tiene" se refiere al tamaño del pene. El cuento de todos somos iguales, se lo dejo a los niños que gritan arengas en las manifestaciones y a esas que se visten de izquierda para justificar por qué son conflictivas y pobretonas. Es un terrible pajazo mental.

Por eso, hoy quiero desenmascarar a todas aquellas que han dicho que no importan las clases sociales. ¡A la hoguera las falsas mentirosas!

La verdad es que todas las que caímos en ese terrible error, aprendimos a tragarnos el sapo. Lo sazonamos con los más finos aderezos, pero siguió siendo un sapo. Se de la historia de una niña del club que le dio una aneurisma cuando su levante le mando una foto y al fondo aparecía una puerta principal metálica. Y es que a estas alturas de mi vida, cuando estoy que tomo el SITP porque el tren me dejó, no tengo por qué esperar que me recoja en taxi, no estoy para acompañar a alguien a hacer trámites para que le nieguen la visa, o para explicarle que mi cartera no es de ‘Laboratorios MK’ sino que es una Michael Kors. 

A estas alturas del partido, no estoy para dar tures por los tres ambientes de Andres D.C., mucho menos para explicarle que la Zona G y la T, se llevan varias cuadras de distancia, que no es tan seguro, ni tan chévere ir a tomar al chorro de Quevedo y que engallar el carro solo es divertido en Pimp my Ride ,pero nunca en el parqueadero de su casa. 

Ya estoy muy vieja para hacer el amague de pagar la cuenta y que crean que es en serio, no tengo paciencia para enseñarle que la cuchara va a la boca y no la boca a la cuchara… peor aún, no puedo disimular mi cara para cuando me muestre el recorte de revista que hizo por su primera aparición en las sociales.

Pero el escenario mas escalofriante, es cuando uno debe enfrentar la presentación en sociedad, o aún más tenaz, cuando en medio de su glaucoma de amor, se le ocurrió subir fotos a Instagram y sus amigos se lo cogen de parche toda la noche mientras le critican el gel del pelo (que usted, por más que quiso, no pudo desaparecer con los filtros de esa red social). Es una terrible presión vestirlo y enseñarle que hay un mundo más de zapatos fuera de unos Lacoste o, en un caso extremo, unos Puma.

Antes de seguir, ni lo piense: ¿Presentarlo a los papás? Eso ni hablar, imposible no imaginar a su mamá llorando sobre el regazo de su papá, y preguntándose una y otra vez, ¿En que falló para que usted terminara haciendo cenas para alguien de la INCCA? Mientras su papá susurra: -¡Es un vividor!-

Fijarse en otro estrato no es fácil. Hay demasiadas barreras, por eso a María la del Barrio le hicieron la vida imposible y todas las telenovelas de Thalía concluían con la aparición, en el penúltimo capitulo, de una herencia misteriosa o de una prueba de ADN donde certificaba que era una niña rica.

Yo no soy una niña rica, pero tengo apellido. Quítese la máscara, llore por un segundo. Pídale perdón a Santa Kim Kardashian, porque ahora tiene que decir que el colegio y la universidad no influyen en la formación de una persona. Llénese de paciencia para escuchar el 'por qué', él cree que todas sus amigas son unas huecas y todos sus amigos unos “penes”. 
Tome aire, y púlalo hasta que Rómulo Gallegos se revuelque en la tumba, porque usted logró mucho más que lo que él quiso de ‘Marisela’ en ‘Doña Bárbara’, cójalo de la mano y nunca lo suelte, porque usted podrá ser una niña material, pero nunca una imbécil para dejar pasar a quien la hace feliz y puede ser el amor de su vida.

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