miércoles, 1 de julio de 2015

Por el derecho a no ser querido.

Hace unos días  una buena parte del mundo recibió con agrado la noticia sobre las uniones de parejas del mismo sexo en Estados Unidos. La mayoría lo celebramos, porque la verdad es que uno tiene derecho a enamorarse de lo que sea. Debemos seguir luchando por que se legalicen la uniones con cualquier cosa, humano con gato, humano con perro, humano con carro, carro con perro y hasta mujer con imbécil.

La humanidad que siempre ha luchado por el derecho a amar; fue por Helena que se desató la guerra en Troya, entendimos que Jesús dentro de sus altísima santidad se enamoró de María Magdalena y no de una virgen, pura y casta.  Fue por Ana Bolena que Inglaterra se separó de la iglesia católica. Pedro I de Brasil se desvaneció en extravagancia por Inés de Castro y hasta la pobre Marguerite Gautier dejó su vida lujosa y descarriada por solo profesarle amor a Armando Duval. Y así se le ha ido la historia a la humanidad, luchando por demostrar que sus amores son legales, contra viento, señalamiento, prejuicio y marea.

Pero esa misma humanidad que ha desatado batallas por legalizar miles de cosas no se ha dado dos pelas importantes, legalizar de una vez por todas las drogas que les aseguro hacen menos daño que el amor y legalizar el derecho a no ser querido.

El derecho a no ser querido se debe legalizar con urgencia porque es intrínseco a  la dignidad humana. Nos hace falta una buena dosis de entender que es licito y normal que no provoquemos ningún tipo de locura visceral y que por el contrario es todo un atentado contra la integridad arrastrarse por causas en vano, porque perseverar solo es permitido en el campo laboral ya que significa verraquera, pero perseverar en el amor no correspondido es sinónimo de lástima y hay que tener cuidado porque en el mercado de lo usado el precio de un bien está determinado por el equilibrio entre la oferta y la demanda, entre más personas quieran un bien más sube el precio. Por favor, no se coticen a la baja.

Le exijo a las autoridades competentes que regulen con prontitud el derecho a no ser querido y salvemos mas dignidades antes de que sea tarde. Ya Catalina de Aragón se degradó hasta el final demostrándole a un jurado que ella era la Reina de Inglaterra, Diana Spencer se redujo a su mínima expresión confesando vía programa de televisión el fracaso que era su matrimonio, Leopoldina de Austria, al igual que la señorita Gautier se dejaron morir al ver que sus amores eran imposibles, Juan Carlos Lecompte anduvo años de la mano de un dummy que era mas cariñoso de lo que fue Ingrid Betancourt el día de su liberación y ni hablar de Madame Bovary que fracaso, tras fracaso, decidió que la solución correcta era el arsénico.


Hace poco alguien me dijo que estaba desubicado, deprimido y que no estaba en capacidad de entregarme el amor que yo esperaba. Me pidió tiempo, me pidió espacio y me pidió comprensión. Hoy a mi querido debo pedirle que entienda que no le creí ni una sola palabra. Que ese mismo argumento lo usé hace 3 años cuando me vi encartada con un tipo que seguía insistiendo e insistiendo.  Como ven, la vida le devuelve todo lo que uno hace, por eso es que es prohibido fingir orgasmos.  Por fortuna yo, que tan solo tengo 26 años y que la mayoría de mi tiempo libre lo dedico al estudio de antropología del amor, sabía que no era correspondida y como pude, cada vez que él se volteaba trataba de amarrarme los pedacitos de dignidad que se me iban cayendo mientras caminábamos; fingí sonreír y me prometí que era la última vez que ese individuo se me cruzaba por la vida.

Por eso es tan importante legalizar el derecho a no ser querido y que se acompañe junto con una  comisión de la verdad, porque siempre es más fácil vivir en la tristeza de la certeza que en la angustia de las dudas. Tristes pero dignos. Por respeto, exijo se luche este derecho, para que entendamos que a veces se gana y a veces se pierde, que Murillo hizo gol contra Brasil pero un día botó un cobró contra Argentina, pero sobre todo, que David Luiz consoló a James cuando nos ganaron pero que nadie consoló a David Luiz cuando los golearon.

Alguna veces nos quieren otras veces no, porque todos tenemos derecho a amar o al menos enloquecer en el intento. Porque la gente tiene derecho a no amar a otro, como yo, que lo entendí y me esfuerzo por hacerlo mientras termino estas letras y me arreglo en simultanea para ir a tomarme unos tragos con alguien que espero entienda que mi frialdad no es más que prueba de que él también tiene todo el derecho a no ser querido.